Para nadie es un secreto que los alimentos crudos ayudan a una digestión más fácil y saludable, además de evitar el gasto de nuestras reservas enzimáticas. Las enzimas son sustancias que ayudan a la mejor absorción de los alimentos en nuestro organismo y a la preservación de nuestros órganos. Ellas son las responsables por las reacciones químicas que suceden en el cuerpo. Cuando fallan, las vitaminas, minerales y las hormonas no consiguen cumplir bien su papel.
Nuestro organismo posee una reserva de enzimas determinada, pero cuando las personas comen mal, se ejercitan poco o ingieren muchas sustancias químicas, esa cantidad de enzimas resulta ser insuficiente para procesar correctamente los alimentos y ayudar a su vez a una correcta nutrición. Es muy importante que el cuerpo no agote su existencia de enzimas, porque eso puede acarrear diversos tipos de dolencias, así como envejecimiento y muerte prematuros.
Los alimentos cocinados, hervidos, enlatados o pasteurizados u objeto de cualquier tipo de procesamiento pierden sus enzimas y por eso necesitan de las que produce nuestro cuerpo para poder ser digeridos. Así, los órganos del sistema digestivo deben tomar sustancias del sistema inmunológico causando reacciones adversas como gases, dolor de estómago, dolores en las articulaciones y los músculos, insomnio, diarrea, constipación, acné, envejecimiento precoz y celulitis, entre otras dolencias.
Un dato: use y abuse del té blanco. El té blanco es la versión menos procesada del té verde, pero es cosechado antes de que las flores se abran. Los brotes y las hojas de la planta son cocidos al vapor y sometidos a un proceso de secado. A diferencia del verde y el negro, el té blanco no pasa por fermentación y la recolección se realiza apenas dos días por año, por eso lo raro y lo caro que suele ser cuando se encuentra.
El té blanco acelera el metabolismo y ayuda a eliminar la grasa corporal. Además es un antioxidante que ayuda en los procesos inflamatorios celulares como ocurre con la obesidad.
Otras bondades del producto son:
-Posee una gran concentración de polifenoles y otros antioxidantes que ayudan a neutralizar la acción de los radicales libres responsables por el envejecimiento celular.
-Es anticancerígeno. Investigaciones realizadas con el té blanco probaron la eficiencia del producto para inhibir mutaciones genéticas que pueden originar el cáncer y ayudar en la disminución de los niveles de LDL (colesterol malo que bloquea las arterias) evitando problemas cardíacos como ateroesclerosis e infarto.
-Auxilia al sistema inmunológico. Las sustancias presentes en la Camellia sinensis (té blanco) tienen acción antigripal, antiinflamatoria, activan el sistema inmunológico y regeneran la piel.
Lo ideal es consumir por lo menos tres tazas de té por día, caliente o frío, y mejor sin azúcar.
Lo más recomendable es beber el té hacia el final de la tarde, máximo a las 18 horas. El gran volumen de cafeína que contiene hace que si se ingiere luego pueda causar insomnio. Además, lo ideal es tomarlo poco después de preparado y dejarlo en infusión un mínimo de tres minutos, ya que el aire destruye parte de los componentes activos. Trate de prepararlo con agua filtrada: la infusión con agua corriente puede alterar el sabor, aroma y propiedades del producto. También es recomendable la compra de las hojas deshidratadas, una opción mejor que la de los saquitos de té industrializados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario